terça-feira, 5 de outubro de 2010

Bodas de Sangue, grande sucesso no CELCIT (Buenos Aires, Argentina)

Violeta Zorrilla, Juan Carlos Gené, Camilo Parodi, Verónica Oddó

Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral

1975-2010.

35 años al servicio del teatro argentino y latinoamericano

 
Bodas de sangre de Juan Carlos Gené

Un magnífico montaje en el que la tragedia se multiplica en un juego de espejos.

“Bodas de sangre”, una de las piezas fundamentales del teatro de Federico García Lorca, desde su estreno simultáneo en Madrid (por Josefina Díaz), y en el Testro Maipo de Buenos Aires (por Lola Membrives), en 1933, es lo que hoy se conoce como la última de las grandes tragedias del teatro del mundo occidental.

Hace unos meses, "Bodas de sangre, (un cuento para cuatro actores)", fue estrenada en el CELCIT, concebida, dirigida y actuada por el maestro Juan Carlos Gené. Una trascendental y memorable versión en la que cuatro actores se reproducen en los intérpretes principales de la tragedia lorquiana: la Madre del Novio/la Madre de la Novia (Verónica Oddó), la Novia/la Mujer de Leonardo/la Mendiga (Violeta Zorrilla), Leonardo/el Novio (Camilo Parodi), y el mismo Gené que, además de ser él mismo, el narrador del cuento, hace las veces del Padre del Novio.

En este magnífico montaje la tragedia se multiplica constantemente. Con dos líneas narrativas básicas, desfilan ante nosotros (a un mismo tiempo) la pieza que escribió Lorca y la que nos cuenta Gené. En la segunda se unen la tragedia del tiempo, que todo lo distorsiona y lo magnifica, la del horror de la Guerra Civil Española, el asesinato de Federico –que nunca dejan de horrorizarnos– la de las consecuencias del golpe militar del ’30 en Argentina, y toda la carga de “Bodas de sangre”. La vida, el amor y la muerte desfilan por la escena engarzándose magistralmente en el cuento sin perder ninguno de los valores que imprimió el granadino en la obra original. El narrador es una omnipresencia que extrema las situaciones hasta viajar a los ojos del niño que fue y desde allí explicar (y explicarse) todo lo que no entendía entonces, todo lo que vivía a través de lo que hablaban su madre y su tía, tanto cuando García Lorca visitó Buenos Aires, como el dolor que se apoderó de ellas al conocerse la noticia de su fusilamiento.

La otra línea argumental, la de la tragedia misma, la desarrollan los cuatro actores cambiando sus roles cada vez que es necesario. Entran y salen de la piel de los personajes convenciendo al espectador de cada rol que interpretan y terminando por ser los mismos y los otros a la vez. Verónica Oddó, despliega artesanalmente toda la dureza de esas mujeres que de tan duras se confunden con la aridez de la tierra misma, pero a la que una gota de agua puede llegar a arrancarles dulzura. Camilo Parodi, transita desde ser El Novio amante devoto, que sólo puede comprender la vida de a dos, a transformarse en el fatuo ardiente, posesivo, dominante insatisfecho que es Leonardo, el único a quien Lorca, al darle un nombre, rompe con toda la simbología estereotípica que reviste a los demás personajes. Y en Violeta Zorrilla se funden la inseguridad de La Novia, con el resentimiento de La Mujer de Leonardo y la clarividencia de La Mendiga. Todos ellos sumados a un Juan Carlos Gené que magistralmente navega entre El Narrador del cuento, y el Padre de La Novia lorquiano. Cada personaje es una clara representación de la mitología, las leyendas y los paisajes que existen aún en la conciencia popular del lugar donde nació y creció el autor. Y, al mismo tiempo, conforman un nítido espejo en el que se refleja la realidad argentina de aquellos años. Los símbolos que obsesionaron al dramaturgo español, acaban siendo personajes que, si bien no aparecen en la escena, están allí vivos con toda su carga fálica: el cuchillo, los árboles, el caballo, y todos tienen los sonidos que presagian las muertes cercanas. Gené prescinde de los personajes secundarios dejándolos liberados a la imaginación de los espectadores.

En esta puesta, Juan Carlos Gené, ha sabido captar la profundidad del sentimiento de marginalidad y el olor a muerte, que tanto pesan en la obra original. Estos son dos elementos que contrastan poderosamente con la idea generalizada de la folklórica alegría andaluza. Los versos octosilábicos de Lorca destacan aún más su rima asonante. Los diálogos coloquiales, formulados en base a dichos y formas populares, producen un fuerte choque con los tonos tan cargados del autoritarismo ancestral. Impresiona la fuerza que imprime la música, un chamamé que bailan los novios durante la fiesta de bodas, quizá recreando los sonidos que el niño imprimía a la historia que escuchaba de la madre y la tía.

Dos de los toques más singulares de la puesta, son: la sobria escenografía y el austero vestuario, ambos salidos de la experta creatividad de Carlos DiPasquo. Una mesa de madera con una jarra de agua, vasos, y cuatro sillas que delimitan el espacio escénico por el que cruzan los personajes que, con sus trajes negros que sólo son quebrados por la blancura que emana de las camisas de Gené y Parodi, o los tonos ocre del pañuelo de Oddó, crean toda una simbología que es la encargada de reforzar la intensa carga de muerte que se profundiza con las hojas secas que están esparcidas alrededor de la escena. La iluminación es exacta y juega un rol preponderante a lo largo de toda la obra.

"Bodas de sangre (Un cuento para cuatro actores", no sólo es un nuevo esfuerzo teatral memorable de JUAN CARLOS GENÉ, sino un delicado trabajo coral que merece todas las ovaciones que recibe al finalizar cada función.

Osvaldo Sabino. http://www.pressenta.com.ar/ 

3º mes de éxito

Juan Carlos Gené y Verónica Oddó en

Bodas de sangre

de Federico García Lorca

(Un cuento para cuatro actores)

Con Camilo Parodi y Violeta Zorrilla

Asistente: Milagros Plaza Díaz

Escenografía y vestuario: Carlos Di Pasquo

Dramaturgia y dirección: Juan Carlos Gené

Viernes y sábados 21 hs. Domingos 19 hs.

Entrada: $ 50. Estudiantes y jubilados: $ 30.

CELCIT. Moreno 431. Reservas al 4342-1026

Magistral recreación de un clásico

El amor y la muerte son intensidades ineludibles de la experiencia humana. Lo testimonian los mitos ancestrales, el arte de todos los tiempos, la crónica costumbrista, la noticia policial o las leyendas familiares. De ese constante se ocupa "Bodas de sangre (un cuento para cuatro actores)", espectáculo que se ofrece en el CELCIT y cuya meridiana belleza debe tanto a la poética lorquiana en la que se inspira como a la exquisita madurez creadora de Juan Carlos Gené. En la triple función de dramaturgo, actor y director, ratifica su profunda sintonía con el espíritu del autor granadino como su dominio de cada una de las herramientas escénicas. Desde el compromiso interpretativo que elenco hasta la pertinencia de la luz y la sombra, el color, los volúmenes o los sonidos elegidos, todo responde a una partitura dramática que lleva su sello y roza por momentos ese límite imposible que se concibe como perfección.

Claro que han sido fundamentales los climas aportados por la escenografía y el vestuario de Carlos Di Pasquo, sugeridores de la aridez andaluza que enmarca la acción. Tanto como la música de Camilo Parodi y Verónica Oddó, con hallazgos sonoros que descubren en el rasgueo de la guitarra, en el golpe rítmico de la mano contra una superficie hueca o en la sensualidad de un chamamé, la misma raíz del grito que universaliza dolores y pasiones en cualquier tiempo y geografía. Se trata de una reelaboración de la tragedia familiar escrita por García Lorca, que condensa la línea dramática y los personajes esenciales del texto: una boda que se frustra, una novia que huye con su antiguo amante, el novio que salda la injuria propia y la de su estirpe con la sangre de los traidores. Pero sobre la suma de deseo, represión, venganza y destino que se mezclan en la historia original, el espectáculo sobreimprime, como iluminadoras transparencias, algunos tramos presuntamente autobiográficos que Gené relata en entrañable primera persona. Como la devoción que su madre y su tía profesaban a Lorca o la noticia del asesinato del poeta a manos del franquismo. Todo filtrado -se subraya- por el frágil cañamazo de la memoria, que también construye identidad con los fantasmas del olvido.

Hay que decir, además, que la labor de Verónica Oddó -encarnando alternativamente a la madre del novio y a la Suegra- bordea lo prodigioso. Con la voz, el rictus, el andar, la postura y hasta el gesto seco al envolverse con su chal consigue inscribir el drama de cada una de sus criaturas en el contexto de Andalucía de principios del siglo XX. Su trabajo es el eje actoral que sostiene y dinamiza la impecable y singular estructura dramática en la que Gené anima, además, al padre de la novia. Por su parte, Violeta Zorrilla (novia, mujer de Leonardo, mendiga/muerte) y Camilo Parodi (Leonardo/novio) transitan con encanto y fluidez sus distintos roles y combinan erotismo y oscuros presagios en la escena de la danza nupcial. Olga Cosentino. Revista Noticias

Bodas de sangre y la doble tragedia

Juan Carlos Gené dirige y actúa en esta notable versión personal de la obra de Federico García Lorca.

La fatalidad juega a dos bandas: es el impulso irresistible que lleva a Leonardo y la Novia a unirse, más allá de cualquier convención social y de toda razón, y es la querella antigua entre dos familias enemigas, sembradoras de muertos en uno y otro bando. Inútil querer oponerse al destino incomprensible o pretender modificarlo: lo que ha de ser, será. "La tragedia es irreparable", enseña George Steiner en su admirable La muerte de la tragedia , y añade: "El teatro trágico es una expresión de la fase prerracional en la historia; se basa en el supuesto de que hay en la naturaleza y en la psique fuerzas incontrolables y ocultas, capaces de enloquecer o destruir a la mente". Bodas de sangre -estrenada en Madrid en 1933 por Josefina Díaz y en Buenos Aires, en ese mismo año, por Lola Membrives en el Maipo- es, en ese sentido, la última de las grandes tragedias del teatro occidental, en el nivel de los griegos, los franceses del siglo XVII o Rey Lear.

Es precisamente la ocasión del estreno porteño de Bodas de sangre la que da pretexto a Juan Carlos Gené para ofrecer esta notable versión personal de "un cuento para cuatro actores". Los cuatro se multiplican en varios personajes, conservando la titularidad de los principales -la Madre, la Novia, el Novio y Leonardo-, y la acción condensa el texto original, sin pérdida de su belleza poética ni de su vigor expresivo. Mientras tanto, Gené comenta la repercusión que tuvo aquí, en su familia porteña, la doble tragedia (la obra de teatro en sí y el asesinato de su autor, al comienzo de la Guerra Civil Española, en 1936, por obra de los franquistas), y este curioso y muy logrado recurso duplica también los atractivos del espectáculo.

En el marco austero proporcionado por el diseño escenográfico de Di Pasquo (tiene la rara virtud de sugerir, además de un interior sofocante, un afuera desértico, llagado por la sed y el polvo), los cuatro actores asumen con éxito la formidable tarea de desdoblarse en estas criaturas arrastradas por una antigua Fatalidad que no perdona, y en otras: algunas simbólicas, como la Luna, la del famoso romance, audazmente confiado en esta versión a un actor. También en la música hay transgresiones: en la fiesta de bodas los novios bailan un chamamé que no desentona en absoluto con la arcaica atmósfera campesina. Renovadas, estas Bodas aúnan la grandeza de un clásico con una bienvenida originalidad. Ernesto Schoo. La Nación

“Asiduo visitante de la poética de Lorca, Gené versionó en Bodas de Sangre (un cuento para cuatro actores) por primera vez, prácticamente íntegra, un texto destinado para teatro por el poeta granadino. Con licencias, claro, logró en escena un entramado de singular potencia solventado con fragmentos de su historia personal. Esta reescritura de Bodas de sangre es un conmovedor tejido teatral que recrea en escena la sabiduría de un artificio anudado a la memoria”. Juanjo Santillán, Clarín

“La dramaturgia de Gené está rozada por evocaciones emotivas de su infancia; el erotismo incierto del crujir de una enagua familiar. Sobre esta falsa o verdadera evocación, el teatrista reteje la lorquiana esencia lírica y trágica del amor imposible; ideas hechas palabras con sonora visualidad y estremecedora belleza. Excelentes todos los orgánicos interpretes, todos sus desdoblamientos en varios roles, en los que la palabra prevalece, vive su hondo dramatismo sin énfasis innecesarios ni grandilocuencias vanas”. Luis Mazas, Revista XXIII

“Con licencias que le dan mayor potencia al texto y con interpretaciones de gran entrega la puesta de Gené logra en escena que se exprese la magia encerrada en la poética del gran clásico. Son fragmentos entrelazados, una reescritura de Bodas de sangre que conmueve y arroja al aire de la escena una belleza avasalladora. La calma, la calidez de la voz y el tiempo que se toma Gené para relatar las escenas que se suceden abren el alma del espectador para recibir la fuerza y densidad de la poesía con la que escribió Federico García Lorca”. Gabriela García Morales, Culturar.com

“Reduciendo el extenso reparto original a una partitura para dos actrices y dos actores, la versión muestra la sabiduría de Gené para abarcar el mundo de la obra en un tiempo y un espacio mínimos, condensando personajes, diálogos e información, sin dejar afuera el abanico temático (el amor desencontrado, el honor, la tierra, la sangre, la muerte), como tampoco la atmósfera lorquiana y la potencia de las imágenes, a través de un elocuente sistema de alusiones”. José Moset, Acción

“Los cuerpos de los actores van tomando las almas de los distintos personajes, y la metamorfosis se cumple mágicamente dejando de lado la anticipación que aparece en el relato del narrador. Es tan acertado el reparto, que Verónica Oddo y Camilo Parodi parecen haber salido directamente de una obra de Lorca. Sus voces, su textura y su físico corresponden al colectivo imaginario de las obras del poeta. La puesta en escena creada por Gené invita a un mundo bello, sencillo e intenso, donde los elementos vitales conviven. Una representación de Bodas de sangre que toca al corazón y vuelve a revivir el universo lorquiano”. Viviana Foschi, Casting Porteña

“A la hora de atribuir méritos, acaso haya que resaltar la genial idea de Gené de cruzar su mitología familiar y Bodas de sangre. Habrá que señalar que el alma de Federico, el duende, sigue revoloteando por los escenarios de Buenos Aires, inspirando a cuatro actores y generando bella poesía y música y haciendo con esas materias el mejor teatro, placer para todos los sentidos y temblor para el alma. Y sobre todo, habrá que señalar un fenómeno extraño: cuando Verónica Oddó pisa un escenario, todos, actores y público, somos mejores que en nuestras soledades; todos nos volvemos súbitamente capaces de acercarnos por un rato a cierta comprensión, a cierto dolor, a cierto abismo”. Christian Lange, poesisteatral.blogspot.com

“Relato de una experiencia infantil de Gené, cuya madre y tía quedaron fascinadas al conocer al granadino en persona allá por 1933, durante su estadía porteña, sirve para que el mismo actor y director incluya sus vivencias personales sobre un autor que frecuenta hace años. El asunto tiene su atractivo, porque el actor–director hace llevadera su emotiva narración sin que interfiera sobre la acción dramática, vertida con soltura y sensibilidad y con un elenco recortado aunque eficaz”. Héctor Puyo, Télam

"Mundos que se entrecruzan, se fusionan, que chisporrotean sensaciones y amalgaman emociones. De esos elementos está compuesto este hecho teatral de excelencia que es Bodas de sangre. Tanto el drama de Lorca como las vivencias de Gené se albergan mutuamente en el austero pero potente espacio diseñado por Carlos Di Pasquo, en que las sustancias, el peso y la forma de los objetos que lo conforman, van a la esencia misma de la tragedia. De tal finura es el entramado de la dramaturgia de Gené, que la ficción y el recuerdo borran sus límites, sin que por eso ambas historias pierdan su propio peso dramático. Otro elemento que moldea el cuerpo de la obra es la música original de Camilo Parodi (hecha de sensaciones sonoras) y la musicalización de Verónica Oddó y del mismo Parodi, alternando bravura y sensualidad cada vez que se imbrican con las palabras y las acciones. El muy buen vestuario, del mismo Di Pasquo, resume en blanco y negro, lo parco y lo fantástico del drama de Lorca en texturas que van de lo agreste a la fina sensualidad. Bodas de sangre, es una obra que no merece perderse: Lorca, Gené, cuatro fantásticos actores y un estupendo diseño artístico, así lo exigen". Gabriel Peralta. Críticateatral.com.ar

"El dramaturgo, actor y director Juan Carlos Gené inventa como creador una nueva mirada sobre "Bodas de sangre" de Federico García Lorca. A partir de una autorreferencialidad propone al público la teatralidad de esta obra, donde es el propio Gené quien se transforma en narrador/guía. Gené es un profundo conocedor de la estructura dramática, por lo cual "Bodas de sangre" está sobre el escenario, pero en esta oportunidad es a través suyo y de su lectura. El espacio escénico imaginado por Carlos Di Pasquo seduce desde una sencillez notable y nada de lo que se ve es casual, todo responde a un porqué, a partir de detalles sencillos pero concretos. Casi todas las obras de García Lorca reclaman muy buenos intérpretes y este elenco los tiene. La composición de Verónica Oddó conmueve, ella es la madre tierra, la que pare hijos que son asesinados. Su voz y su cuerpo pasan por quiebres, sutilezas, nada del arte de la actuación le es ajeno. Ese imán que ella ejerce, por energía y puro talento, complejiza el compartir escenario, pero, en este caso, tanto Violeta Zorrila como Camilo Parodi consiguen acompañarla con muy buenos momentos interpretativos, en papeles tan complejos como los que imaginó García Lorca". Ana Seoane. Diario Perfil

Este espectáculo cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro, Proteatro y el Fondo Nacional de las Artes

Más información: http://www.celcit.org.ar/

Um comentário:

  1. Todas las obras que se ofrecen en Buenos Aires muchas veces creo que es algo que los porteños no valoran. El comentario no va solo para ellos sino también para los marplatenses, rosarinos y cordobeses que tienen también gran variedad de obras.
    Yo soy de Lobos, acá no hay nada.. jaja.. si quiero ver algo tengo que aprovechar cuando me mandan a la capi en el laburo, aprovecho que me pagan la habitación en el hotel esplendor y si o si me voy a ver alguna obra de teatro, y nunca quedo descepcionado.
    Saludos

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