1975-2010.
35 años al servicio del teatro argentino y latinoamericano
http://www.celcit.org.ar/
2º año de funciones
Juan Carlos Gené en
Minetti
De Thomas Bernhard
Con Maia Francia
Escenografía y vestuario: Carlos Di Pasquo
Música: Osvaldo Aguilar
Asistente: Juan Lepore
Dirección: Carlos Ianni
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=5OXxa5ToYNE
Hasta el 30 de mayo
Sábados 21 hs. Domingos 20 hs.
Entrada: $ 40. Estudiantes y jubilados: $ 25.
CELCIT. Moreno 431. Reservas al 4342-1026
UNA SÓLIDA Y SINGULAR VERSIÓN. Thomas Bernhard propone en "Minetti" una experiencia muy singular. Parte de la historia de un viejo actor que espera a un director teatral que le ha dado esa cita para concretar su vuelta al teatro, después de 30 años, para representar "Rey Lear", pero el director nunca llega. ¿Qué es lo singular? El procedimiento de una trama que se construye entre unas verdades que no son tales y unas mentiras que, en verdad, son muy sabrosas y que posibilitan al espectador ingresar a un mundo fantástico muy atractivo. En primer lugar, el del autor, que puesto a fantasear desde un personaje real nos hace jugar con nuestro pensamiento, manejando él los límites; y un personaje, ya mayor, cuyas angustias son muchas pero que, en esta puesta, se torna profundamente entrañable aunque aparezca decadente, parlanchín al extremo y expuesto en sus más íntimas miserias. En un espacio despojado, Minetti (Juan Carlos Gené) y la Señora (Maia Francia) se descubren de continuo y a través de un vínculo que, a medida que se fortalece, los va desnudando con profunda sinceridad. Y tanta que, a veces, salen del texto de Bernhard para reflexionar sobre ese mundo de actores del que participan, al que de inmediato volverán a ingresar -máscara de por medio- para retomar la delirante situación que los ocupa. Ambos se destacan mucho. Ella es dueña de una sensualidad particular que explora a fondo y construye una imagen muy segura y verdadera que intriga en todo momento. El, como un gran mago, saca de una enorme galera múltiples recursos: los expone, los explota y los guarda para una próxima vez, con la seguridad de que ha dejado al público conmovido. La interpretación de Gené está cargada de sabiduría y pasión. Su Minetti es entrañable y su manera de trasmitir el texto, de una gran musicalidad. La muy meticulosa y precisa dirección de Carlos Ianni no hace más que aportar una lograda síntesis de este material que juega con verdades y sabrosas mentiras, para hablar del teatro. Carlos Pacheco. Diario La Nación
LOS LÍMITES DE LA ACTUACIÓN. El espectáculo teje una materialidad escénica cuyo lenguaje sumerge al espectador en un juego de espejos donde el actor y su eco se reformulan constantemente durante la puesta en escena. Los actores entran y salen del texto de Bernhard según la circunstancia del delirio poético que ambos despliegan en un hotel costeño de Bélgica. Un humor ácido, corrosivo, merodea sus reflexiones. Gené, en escena, individualiza lo inasible de un texto complejo. Con ochenta años, crea su propio inventario sobre el que desliza las palabras de Minetti. Y asistir a esa experiencia es, por sí mismo, un acontecimiento de verdad que se liga al desarrollo de un oficio. "Me bastaría con una sola representación; eso sí, con los mejores actores", dijo Bernhard acerca del estreno de sus obras. Y cerca de esta apreciación, trabaja la versión que se presenta en el CELCIT. Juan José Santillán. Diario Clarín
EL HOMBRE QUE PERDIÓ SU SOMBRA. Lo "normal", cotidiano, se trastorna con irresistibles tensiones en el dramaturgo Thomas Bernhard. Su "Minetti" regresa a nosotros en una nueva lectura personal. La reflexión, algo autoconfesional, sobre la banalidad de los propósitos del hombre y del teatro se condensa en la adaptación de Juan Carlos Gené a su línea central: la triple, indecisa impostura del hombre, el actor y el personaje frente a su improbable trascendencia. El resto de los personajes son aquí solo una mujer que espera y no espera, escucha y no oye, varada en el mismo lobby de un hotel. Carlos Ianni transcribe con sensible austeridad ese desolador soliloquio reflexivo, que agoniza en Gené; acaso la más lograda, honda creación de su dilatada carrera, que roza casi aquella "santidad actoral" que buscaba Grotowski. Luis Mazas, Revista Veintitrés
MINETTI. Juan Carlos Gené celebra sus ochenta años dando vida a un proyecto y a un personaje largamente esperados: "Minetti" del austríaco Thomas Bernhard (1931-1989), texto cuyo subítulo –"Retrato del artista como hombre viejo"– remite a temas recurrentes en su propia producción teatral –"Ulf" y "El sueño y la vigilia"–: la pervivencia a través del arte, el rol del actor que, en búsqueda de la verdad, transita por ambiguos límites: entre teatro y vida, entre sueño y vigilia como correlatos de muerte y vida pero también de fantasía y realidad. La puesta en escena de Carlos Ianni logra con gran economía de recursos y sentido plástico –el mural que reproduce una pintura de Ensor, el uso de la luz y el sonido, el contraste de colores en el vestuario– generar una atmósfera sugerente y elusiva pero, a la vez, fuertemente simbólica. A pesar de la complejidad del personaje, Juan Carlos Gené logra una admirable interpretación del protagonista, con quien comparte interrogantes aunque no todas las respuestas, mientras que Maia Francia aporta la necesaria cuota de enigmática sensualidad a la Mujer que, como cifra del mundo, acompañará a Minetti en el tramo final de su recorrido. Guillermina Costantini de López. Revista Criterio
EL ACTOR Y SU CIRCUNSTANCIA. Sigo creyendo que lo vital del teatro, y lo que todavía atrae a la gente a los escenarios, es el actor. "La simbiosis entre un gran actor y un gran texto es una cosa impresionante, decía hace un tiempo Juan Carlos Gené y, aunque no hablaba de sí mismo, la aseveración se cumple puntualmente en las representaciones de "Minetti". El texto alude precisamente a la condición del actor, en una visión múltiple que abarca tanto lo racional como lo irracional de una profesión tan ligada con la subjetividad del creador, a sus más íntimas oscilaciones, a sus comportamientos neuróticos que, a la vez, entrañan una de las posibilidades de comunicación más profundas. Una paradoja milenaria que hace persistir el hecho teatral en medio de la avalancha tecnológica actual. La sutileza del clima creado es mérito de la dirección de Carlos Ianni, rigurosa en los detalles y elocuente en las imágenes de los dos seres desamparados y de los fantasmas que los acosan. La uruguaya Maia Francia se revela como una actriz sensible, que aporta diversos matices para comprender esa enigmática mujer de amor desencontrado. Y Juan Carlos Gené vuelve a prodigar una actuación antológica, aunque esta tenga un plus diferencial. Por empezar, su edad (tiene 80 años, nació el 5 de noviembre de 1928) es un punto de contacto con el personaje, pero él elude las facilidades del psicologismo: "Si uno intenta comprender el delirio, es imposible -dijo a propósito de este trabajo-. Tanto como comprender la gran metáfora poética. En la mente de un delirio poético hay algo a lo que se accede por pura intuición, sin pensar demasiado en lo que se quiere significar". La ambigüedad esencial del personaje es proyectada por el actor mediante una compleja trama de gestos y palabras y un desplazamiento que llena de sentido el escenario del CELCIT. José Moset, Diario Acción
UN POÉTICO JUEGO DE MÁSCARAS. ...Una intensa relación, donde por momentos Minetti parece alucinar todo lo que está sucediendo, y la mujer adquiere una enorme carga simbólica. Algunos signos oníricos generan una dimensión distinta, donde se mezclan lo real y lo imaginario y se generan varias preguntas, como por ejemplo si es o no un sueño, el teatro. Los actores, al mismo tiempo juegan a entrar y salir de sus papeles, cuestionando la historia, para luego retomarla con la energía de sus personajes. El estar en escena de Gené, y los climas que genera, son impecables, realmente una clase de actuación. El trabajo de Maia Francia también es muy bueno, logra sostener durante toda la obra un interesante personaje con una sutil cuota de misterio y seducción. La dirección de Carlos Ianni es muy precisa, con mínimos recursos logra una impecable puesta. Todo está en el trabajo de los actores y su imaginario, un juego de espejos donde el teatro se refleja a si mismo a través de un actor, y donde todos nos sentimos reflejados a través de los sueños. Eva Matarazzo. http://www.castingportena.com.ar/
MINETTI. Un viejo actor, alguna vez admirado, famoso, pero hoy olvidado, aferrándose a un regreso triunfal que nunca llega. Un largo discurso, vehemente, rencoroso, senil, sobre el teatro, la representación, el actor. Un decrépito hotel que alguna vez fue majestuoso y una joven que escucha, a veces apenas entretenida, otras conmovida, y observa. Por un breve momento se interrumpe la representación, y nos enfrentamos a los actores reflexionando sobre la obra, poniendo en evidencia esa transformación, ese artificio que implica el teatro (falsedad que como público nos tragamos sin pensar). Y luego volvemos a Minetti, al hotel. Una buena obra interpretada por un excelente actor. Una verdadera clase magistral de actuación, de esas que da placer ver y que se aplauden de pie. Nada menos. Recomendable. Martín Pérez Rivas. http://resenasdecineyvida.blogspot.com/
EL ACTOR SIN ESCENARIO. Los actores son dos. Los personajes que pueblan la escena, son múltiples, devienen presencias construidas por la Señora: el conserje, los pasajeros con máscaras que se divierten, bailan, atropellan a Minetti, los viejos huéspedes del hotel, que pueblan fantasmalmente la escena. Minetti, en cambio, conjura dos personajes: un director de teatro que lo ha citado en este hotel para su última representación, luego de 30 años de no subir a un escenario, y un personaje de Shakespeare, Lear. Minetti es un viejo actor que se ha encerrado en un pequeño pueblo a renunciar a los clásicos y a quedarse con el único texto que para él es valioso, "El rey Lear". Según dice, ha pasado años repitiendo todos los días el mismo papel, preparándose para la puesta en escena. Ella es pura juventud, lo sabe, lo explicita, él es un anciano que se está despidiendo no sólo del teatro, y que ha puesto todo lo que le quedaba al servicio de esta cita: sus pasos cansados, la memoria de la letra, el último dinero para pagarse el pasaje, la máscara que posee, guardada en la valija. Minetti, cruza sus palabras reiterativas e insistentes, con los textos de Lear, y aún más, de vez en cuando, aparecen Gené y Francia. Se tematiza el teatro, y parece imposible hacerlo desde la distancia. La propuesta espacial es cuidada y austera, la buenísima dirección de Carlos Ianni juega con estas actualizaciones y acercamientos; la distancia de la ficción, se construye con el balcón de la sala y las palabras de Minetti: está sentado sobre la valija, en medio de una tormenta de nieve, y vaya si percibimos su frío (y uno vuelve a agradecer, verlo a Juan Carlos Gené allí, porque es él el que logra que Minetti esté enfrente nuestro, todo presencia). El director del teatro nunca llegó y un actor sin escenario ¿qué más puede esperar? Mónica Berman. http://www.criticateatral.com.ar/
GENÉ REVIVIÓ AL FALSO MINETTI. Asombroso espectáculo, creado gracias a la versión escénica de la pieza original de Thomas Bernhard y obtenido con mucha paciencia y sabiduría por Carlos Ianni. Juan Carlos Gené nos muestra las naturales ambigüedades, los desmesurados sueños y anhelos nunca satisfechos del anciano primer actor Minetti que, pretendiendo encarnar al shakesperiano rey Lear, acepta una invitación para reunirse con el director de un pequeño teatro de una ciudad, en un misterioso hotel, precisamente antes de la medianoche de un 31 de diciembre. Pero no le cumplen la cita y esa angustiada espera, que precede a su muerte, la tiene que matizar con un complejo dialogo que le brinda una misteriosa dama (Maia Francia), al tiempo que enmascarados personajes los vigilan o los incitan a una rumbosa fiesta para recibir el Año Nuevo. Esta versión, una cuidada producción minimalista, permite hilvanar un conjunto de densas reflexiones sobre verdades y mentiras del mundo artístico, y, en especial, el desolado drama de los actores cuando envejecen y su soledad la nutren con proyectos fabulosos que nunca realizarán o con fantasmas de un pasado mejor. Pero más allá de ser una pieza existencialista sobre los hacedores de las artes escénicas, es una seria invitación a reflexionar sobre la vida de todos los seres humanos al llegar al limite de sus fuerzas físicas en medio de una sociedad o una comunidad que no acepta la vejez, ni menos la muerte, a las cuales niegan; una sociedad que prefiere suicidarse con sus desaforadas actitudes antes de aceptar el derrumbe biológico, sin darse cuenta que la ancianidad anida en sus cerebros, aunque el espejo muestre rostros tersos por las terapias del bisturí. Lo más importante, para nosotros, es haber visto, una vez más, al maestro Gené dando una clase magistral de actuación y degustar, tambien, su estremecedora arenga sobre la vida de un actor capaz de desafiar a la muerte misma, un ritual maravilloso, apuntalado en un profesional equipo. E.A. Moreno Uribe. Diario Ultimas Noticias (Venezuela)
MARAVILLOSA HUMANIDAD. "Minetti" es el montaje con el que Juan Carlos Gené celebra sus 80 años de vida prestando su maravillosa humanidad al personaje de Thomas Bernhard en este “Retrato del artista como hombre viejo”. "Minetti" toma de pretexto la figura del actor real Bernhardt Minetti para entregarnos la historia conmovedora de un viejo histrión en retiro que espera impaciente en el loby de un hotel belga la llegada de un director de escena que le ha prometido prometido el papel del Rey Lear. Personaje que Minetti, desde su autoexilio de las tablas, lleva 30 años ensayando frente al espejo. Una presencia femenina enigmática (Maia Francia) acompaña en su espera al viejo, al que beckettianamente se le desamarran una y otra vez los cordones inferiores de sus calzones largos de invierno. La agonía reiterada del artista en un juego de espejos nos entrega un trabajo en donde la delicia mayor es ver a Gené, este gran maestro del teatro argentino, sobre las tablas. Jaime Chabaud Magnus. Diario Milenio (México)
MINETTI. Un trabajo exquisito de actuación, un texto muy especial, una suerte de laberinto de espejos que cruza máscaras de un encuentro imposible entre el pintor belga James Ensor y Minetti, curiosamente el autor fetiche de Bernhard. El texto es poético, precioso, un estilete. El trabajo de Juan Carlos Gené, bajo la dirección de Carlos Ianni, un bordado perfecto. LND. Diario La Nación (Chile)
Este espectáculo cuenta con el apoyo de Proteatro
Más información en http://www.celcit.org.ar/
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