quarta-feira, 11 de maio de 2011
4º mês da temporada de La Complicidad de La Inocencia (Buenos Aires)
4º mes de funciones
La complicidad de la inocencia
De Adriana Genta y Patricia Zangaro
Con Julieta Bottino, Carolina Erlich, Teresita Galimany, Juan Lepore, Andrea Magnaghi, Hugo Men, Josefina Recio, María Svartzman
Entrenamiento musical: Osvaldo Aguilar. Asesoramiento escenoplástico: Jorge Ferro. Fotos: Soledad Ianni
Escenografía, vestuario, iluminación y dirección: Carlos Ianni
En la foto: Julieta Bottino y Juan Lepore
Auspicia Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, SERPAJ-Servicio de Paz y Justicia, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires, Amnistía Internacional Argentina
4º mes de funciones
Hasta el 12 de junio. Domingos 20 hs.
Entrada: $ 50. Estudiantes y jubilados: $ 30.
Entradas en venta con hasta tres semanas de anticipación
CELCIT. Moreno 431. Teléfono: 4342-1026
La complicidad de la inocencia
Historias de personas que tratan de sobreponerse a la dolorosa realidad del terror.
Siguiendo la estructura de la pieza de Bertolt Brecht "Terror y miserias del Tercer Reich", Adriana Genta y Patricia Zangaro conciben una serie de pequeñas historias que expresan algo del terror que se vivió en la Argentina, durante la última dictadura militar. Son fragmentos recogidos en la ciudad, de fuerte carga dramática, y que muestran a hombres y mujeres que intentan sobreponerse a una dolorosa realidad.
Un personaje central convoca a tomar contacto con esos mundos particulares. Lleva en su mano un monstruo y explica que él va a hablar. Pero su silencio se convierte de inmediato en un testimonio que los actores transformarán, una y otra vez, en una nueva muestra de unas vidas que se desarrollan entre miedos y traiciones.
En esos mundos privados se combina lo cotidiano con la incertidumbre, la desesperación, la búsqueda de verdad. Esos seres cargan sometimiento y, sobre todo, mucha desesperanza.
Unos mínimos elementos escenográficos van aportando el marco para acotar cada situación. Dentro de ella, sólo los personajes y sus realidades afloran con fuerza. En verdad, no importa el espacio en el que la acción se desarrolle. Sólo es necesario reconocer que esos hechos que se muestran se repitieron en nuestra sociedad durante aquellos años y sus marcas aún provocan conmoción.
Con una rigurosa dirección de Carlos Ianni, que dibuja con trazos muy estilizados sobre el espacio escénico las entradas y salidas de cada uno de los personajes, el grupo de actores logra dar vida a ellos con mucha verdad. En un breve tiempo consiguen dar cuenta de acontecimientos muy duros. Las conductas de esos individuos resultan hoy, señales muy reconocibles. Y aunque entre situación y situación una música de feria popular intente sacarnos de ese dolor, no logrará hacerlo. Esos dramas forman parte de nuestra historia como país y no podrán separarse de ella.
Carlos Pacheco. La Nación
Asumir responsabilidades
La obra "La complicidad de la inocencia" de Adriana Genta y Patricia Zangaro, con dirección de Carlos Ianni, nos propone revisar nuestra historia reciente: aquel tiempo de siniestra negrura que tuvo comienzo en marzo de 1976.
Pero esa revisión no se propone alumbrar los grandes acontecimientos, sino aquellos pequeños del diario vivir, tampoco se ocupa de personajes que dejaron su huella en la historia sino de los seres a los que se les llama “anónimos” que forman parte de nuestra sociedad.
Esta mirada coloca al espectador en la situación de repensar hasta que punto la sociedad argentina no engendraba en sus entrañas ese monstruo que derribó derechos y leyes. Porque en las distintas situaciones que presenta la pieza se vislumbra a hombres y mujeres que con sus acciones (desde mirar un partido de fútbol a delatar) dibujan un perfil de sociedad autoritaria e indiferente ante el dolor ajeno y egoísta.
Genta y Zangaro tomaron la estructura de la obra "Terror y Miserias de Tercer Reich" de Bertolt Brecht, y en cortas escenas hacen desfilar esos terrores y miserias que nos enfrenta a un espejo que nos devuelve una imagen perturbadora.
Carlos Ianni al utilizar mínimos elementos escenográficos para crear el ámbito de cada historia (hay que decir que cada elemento que se utiliza tiene un peso preponderante en el desarrollo de las escenas), puso en primer plano a la situación y a la actuación.
El elenco logra la difícil tarea que con escuetos pincelazos se pueda ver la idiosincrasia de sus personajes. Mención especial al trabajo de actuación y manipulación de Carolina Erlich, en una labor de sensible hondura.
El diseño de vestuario es otro punto alto ya que ubica la época y la clase social que es atravesada por estas miserias.
Este necesario volver a mirarnos posibilita, a los que vivimos esos años, a reflexionar acerca de nuestra responsabilidad en la instalación del horror, y a los que vinieron luego los invita a no repetir ese terrible error del des-compromiso que marcó a fuego esta sociedad y que, a duras penas, está intentando de enmendar.
Gabriel Peralta. Crítica Teatral
El peso del silencio
"La complicidad de la inocencia": las atrocidades históricas se repiten.
La pieza de Adriana Genta y Patricia Zangaro demuestra que cíclicamente, en el mundo se repiten una y otra vez las mismas atrocidades. "La complicidad de la inocencia" se inspiró en "Terror y miserias del Tercer Reich" de Bertolt Brecht, en la que el autor alemán aludía a la sociedad alemana dominada por el nazismo. En ese caso se trata de hacer referencia, mediante pequeñas situaciones, jugadas por dos o tres actores, a lo sucedido durante el Proceso. El compromiso o no, el silencio y el hablar de lo sucedido, el ser testigo de un hecho y negarlo ante la vista de todos, por temor, por inconsciencia, son parte de este juego dramático que apela a la comunicación inmediata y directa con el espectador.
MINI-HISTORIAS. Las autoras hilvanan distintas escenas, a las que Carlos Ianni desde la dirección y su equipo de actores supieron otorgarle el clima a estos 'bocetos' de historias, que por momentos adquieren un leve tono de ironía, de drama, o una cierta atmósfera que parece remitir al policial. Esos son los instantes en los que una pareja se prepara para comer y el marido llega tarde. La escena en la que dos chicas quedan encerradas en el baño de un bar, luego de una supuesta razia por parte de equipos militares; o la secuencia de la mujer que alberga en su casa a la pequeña hija de un desaparecido.
La puesta en escena de Carlos Ianni es dinámica en su relación con el espacio y la división entre un sketch y otro, en cuyos intermedios les añade una musicalidad percusiva hecha con elementos cotidianos, a la vez que un muñeco de trapo, se convierte en referente de aquellos que prefieren guardar silencio, ante la evidencia de los hechos.
En "La complicidad de la inocencia", el director Carlos Ianni apeló a un montaje que bien puede ser trasladable a un parque, o a otro espacio cerrado o abierto, no necesariamente un teatro, lo que le permite retomar las raíces de lo netamente popular, al estilo de como lo veía Augusto Boal, en su teoría sobre el 'teatro del oprimido'.
Juan Carlos Fontana. La Prensa
Historias mínimas
Al entrar a la sala del CELCIT, el clima es de alegría. Los actores reciben al público al compás de instrumentos de percusión, se balancean y sonríen a los espectadores. Cuando las luces se apagan, y cada uno ocupa su lugar alrededor de la escena, todo cambia.
Siguiendo el modelo que usara Bertolt Brecht en "Terror y Miserias del Tercer Reich", Patricia Zangaro y Adriana Genta idearon la dramaturgia de "La complicidad de la inocencia". Se trata de una serie de instantáneas que recrea la cotidianeidad de la clase media argentina durante la última dictadura. Y que muestra cómo la cobardía, la traición, el maltrato y la violencia se intercalaron sigilosamente en ese entramado privado para volverlo aterrador. En todos los episodios, los personajes establecen vínculos asfixiantes, tortuosos, cuyos intercambios reiteran el esquema del sometimiento. También son un reflejo de la dialéctica del afuera, una zona que ellos prefieren no transitar para quedar encerrados en sus prejuicios y miserias. Ese mosaico de resignadas voces anónimas se acalla cada tanto para dar lugar a un personaje que interviene desde el comienzo hasta el final. Una presentadora de feria promete un prodigio que no llega, pagando el “freak” las consecuencias de su silencio.
Dirigidos con acierto por Carlos Ianni (responsable también de la escenografía, el vestuario y la iluminación), los actores cumplen su tarea a la perfección, que excede, por momentos, la de la interpretación para volverse músicos y asistentes escenográficos. Historias mínimas que con eficacia nos interpelan de manera directa hasta el día de hoy.
Virginia Lauricella. Llegás a Buenos Aires
La complicidad de la inocencia: taras y negaciones
A la manera de Bertolt Brecht en "Terror y miserias del Tercer Reich", las autoras Adriana Genta y Patricia Zangaro trazan un panorama de las traiciones y agachadas de la población civil argentina durante la última dictadura. Así, en breves pinceladas, se señalan diversas taras de aquel momento, con personajes que niegan el golpe de Estado, otros que aprovechan ciertos privilegios laborales para «apretar» al prójimo y aquellos directamente vinculados con la represión. Del otro lado, hay víctimas que no tienen a quién recurrir. El leitmotiv de la pieza, cuyas partes son presentadas por una suerte de murga triste, es la vieja constante de no querer saber. Hay muchas referencias que certifican la estirpe nacional del asunto, y que pueden dejar un sabor amargo en aquel espectador que vivió los años de plomo. El director Carlos Ianni maneja con soltura un elenco numeroso y de gran rendimiento.
Héctor Puyo. Acción
Este espectáculo cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro y Proteatro
Más información: http://www.celcit.org.ar/
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