terça-feira, 21 de setembro de 2010

Titeres Porno, últimas funções no Teatro Celcit (Buenos Aires, ARG)

sala do Teatro Celcit, em Buenos Aires

Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral

1975-2010.

35 años al servicio del teatro argentino y latinoamericano

http://www.celcit.org.ar/

Títeres pornográficos y juguetes para adultos

Nada mejor que ir a una muestra, al teatro o al cine sin la menor idea de qué se va a ver. El desafío es aguantar la tentación de espiar el programa en los minutos previos a que se levante el telón. Equivale a la decisión casi política de no leer nunca más la contratapa de un libro. Solo así -sin gacetillas de por medio- se llega al arte libre y virgen de prejuicios. ¿Cuántas personas de este público que este viernes (y que bien podrían regresar el próximo) están sentadas en la sala del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (CELCIT) saben de qué se trata "Titeres porno"? El título, como el de esta pieza, podría no decir demasiado. Pero no es el caso. A los dos minutos, un patrón de estancia de goma espuma le arranca la carcajada al público y un par de orgasmos a su criada, también de goma espuma. A los diez minutos Robin cumple su sueño de salvar a Batman y consumar de una vez por todas lo que insinuaban desde 1960. El resto, véalo, porque "Títeres porno" son 50 minutos de sexo explícito entre muñecos. Al principio, cuesta decidirse entre fijar la vista en los muñecones o seguir a los actores del grupo "69 a la cabeza", que le dan vida a las criaturas. Concentrarse en el muñeco funciona al principio para no dispersarse. Al final, el espectador se encuentra siguiendo aleatoriamente a unos y a otros. La mayoría de los chistes y de las situaciones son "fáciles", pero no por eso menos efectivas.

Cuando termina la obra parte del público -al menos- se queda pensando en cuándo había sido la última vez que habían visto títeres en escena. No lo saben, como posiblemente ignoran que hace años que Buenos Aires tiene un Festival de Títeres para Adultos (también en el CELCIT). ¿Por qué -se preguntan los mismos- se renuncia ya en la preadolescencia a ese maravilloso mundo con el que es tan sencillo hablarle a un chico y romper los tabúes de los mayores? Porque no verá usted en el teatro convencional, en cine o en televisión escenas de amor homosexual como las de estos muñecos insaciables y tan parecidos en los gestos al público que interpela, ese que no atina más que a reirse; porque es gracioso y porque vaya a saber en qué piensa.

El mismo público tal vez supone ahora que los títeres, igual que los juguetes, también son patrimonio de los adultos. Si nadie discute que los libros, aún los más serios, también son propiedad de los más chicos.

Guido Carelli Lynch. Revista Ñ



Tres últimas funciones. Viernes 23.30 hs.

Títeres porno

Grupo 69 a la cabeza

Dramaturgia, interpretación y dirección: Mayra Carlos, Carolina Tejeda, Cecilia Villamil, Sebastian Terragni, Ariel Bottor

Realización de muñecos: Gustavo Garabito. Vestuario y escenografía: Javier Laureiro

"Títeres porno" es un espectáculo de sexo explícito entre muñecos. Los títeres de mesa tienen el protagonismo pero son manipulados por los actores que suman su expresión completando la escena. La propuesta combina humor y erotismo para abordar diversas fantasías pornográficas. Un permiso para jugar y reírnos con las fantasías sexuales más atrevidas. Una orgía inimaginable. Actores que, a la vista de todos, sorprendien al público con el porno en goma espuma.

69 a la cabeza se constituyó como grupo de trabajo, asumiendo una creación y dirección colectiva. A fines de 2003 estrenaron su primer espectáculo de títeres pornográfico en el restaurante afrodisíaco Te Mataré Ramírez y en el Pride Café. En 2005 estrenaron su segundo espectáculo “Títeres bien hot” haciendo temporada en diversos lugares de Buenos Aires y permaneciendo ininterrumpidamente en cartel hasta la actualidad.

Los títeres de una obra triple x barren tabúes y juegan con todas las fantasías

El grupo “69 a la Cabeza” dice que sus muñecos porno son otro invento argentino. Sin ser chabacanos, van derecho a los papeles y hasta Batman y Robin se ponen extremos. La idea es que la gente se identifique y se anime a más.

Igual que en una porno pero sin carne, piel ni hueso. Los porno títeres son muñecos articulados y súper expresivos pero, a diferencia de casi todos los de su tipo, estos tienen genitales. Y tienen sexo explícito entre ellos, se apasionan, se entregan, disfrutan y a veces, son mucho más que dos.

Estos títeres de mesa lejos están del estereotipo y son, como era de esperar, otro invento argentino. “Somos los únicos. Por eso vienen tantos extranjeros y se enganchan con la propuesta”, cuentan los integrantes de “69 a la Cabeza”, el grupo de actores y actrices que les ponen vida y actitud. “Son la mejor forma de dejar de lado los tabúes y poner sobre la escena puestas con sexo explícito, todo lo que se puede ver en un filme triple x”, le dicen a Tiempo Argentino.

El escenario del CELCIT recibe a 75 espectadores –capacidad total de la sala– que llegan a encontrarse casi cara a cara con 5 actores que manejan a 12 personajes de manos y cuerpos inquietos y exaltados, y remarcados aun más por las voces y los gestos de quienes los manipulan en un clima de cierta intimidad y sorpresa. Una mucama, una presentadora, escotada y pechugona, un policía, un doctor, un señor y una señora de su casa, un plomero y hasta la suspicaz parejita de Batman y Robin; le ponen goma espuma a situaciones carnales que se desarrollan en una cocina o en un sillón de terciopelo.

“Son las fantasías que todos tenemos en la cabeza”, resume Ariel Bottor, uno de los protagonistas. Y una mujer recién salida de la obra asegura que, con su marido, quedaron “hipnotizados”. “El humor y el erotismo dan un permiso para la orgía mas inimaginable, como la de la mujer que tiene sexo con el plomero y cuando ve a su marido, también lo invita y todos la pasan bien”, dice Carolina Tejada, otra de las actrices. La luz blanca juega un rol de complicidad con los actores, vestidos de negro de los pies a la cabeza.

Una vez abierto el telón, todo puede pasar y las insinuaciones sutiles pronto dejan de serlo y explotan en orgasmos y gemidos que no contienen ni los sonidos ni la expresividad; matizados por ejemplo, con la voz grave de Kevin Johansen y su ya conocidísimo “Down with my baby” o el rejunte pop de las chicas que hicieron de “Lady Marmelade”, todo un hit.

“El espectáculo es para mayores de 18”, aclaran. Es que en este subsuelo de San Telmo, la palabra histeria y prejuicio, no existen y se va “directamente a los papeles”. “Tanto que hasta Batman y Robin dejan de fingir que sólo son amigos”, deslizan entre risas. Porque los superhéroes juegan un rol dentro de este tipo de teatro: cuando a las mujeres del grupo les pareció que sobraba testosterona, armaron a la Mujer Maravilla, que tenía a todos sus amantes al pie del cañón o los revoleaba por el aire sin piedad, sea quien fuese, inclusive, al mismísimo Chapulín Colorado.

Entre el público hay parejas jóvenes, otras mayores, chicas y chicos solos y extranjeros expectantes. “Al poner todo en clave de juego, es como que relajás”, explica una chica a sus tres amigas medio boquiabiertas. “Creo que al crecer, con la edad, se va perdiendo el sentido de lo lúdico y acá, se lo recupera, se abre otro espacio que permite ver eso que intentás enganchar entre las líneas y las interferencias del canal Venus”, señala Sebastián Terragni, quien admite, su puesta favorita es la de la mucama y el patrón.

Si bien nada está sugerido y todo lo que es es, nada es chabacano ni cae en la obviedad de los chistes verdes, y tampoco está contado en clave masculina. La apuesta trata también de alejarse de las destrezas sexuales del porno y de los cuerpos hiper musculosos y siliconados. “Nos gusta la idea de que la gente se identifique y no que le pase todo lo contrario y termine mal porque nunca va a ser ni va a poder hacer de Pamela Anderson”, explica Cecilia Villamil y todos apunta que “si nos ves a nosotros mismos haciéndonos los porno star y si nosotros podemos, quién no”.

Mayra Carlos, Carolina Tejeda, Cecilia Villamil, Sebastián Terragni y Ariel Bottor vienen de dos experiencias que anteceden a su unión, a la que describen tan sincronizada como un equipo de fútbol que se conoce y juega de taquito. El principio no fue fácil y los titiriteros del ambiente los miraban cual si fuesen ovejas negras. “Después se abrieron a nosotros”, dicen entre risas. Y si bien saben que el sexo mueve al mundo y convoca por si solo, juran que la idea pasa por divertirse, contar otras cosas que inquietan y por mostrar eso que se intuye pero que pocas veces sale a la luz. “Todo el mundo, aunque sea, pispeó algo de porno”, dictaminan. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra o que se deje cautivar una vez más por el juego que proponen.

Clarisa Ercolano. Tiempo Argentino.

Hasta el 8 de octubre. Viernes 23.30 hs.

Entrada: $ 40. Estudiantes y jubilados: $ 25.

CELCIT. Moreno 431. Reservas al 4342-1026

Más información: http://www.celcit.org.ar/

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